La necesidad del misterio y su explotación comercial
Muchos autores como Carl Sagan se han preguntado por qué la gente busca y crea misterios donde no los hay y no presta atención a otros reales e igual de fascinantes, según el autor.[3] A esta pregunta caben varias respuestas a falta, quizá, de teorías más firmes:
Para el historiador Adolfo Domínguez Monedero apunta que los misterios y su resolución es una parte importante del atractivo que desprenden ciertas disciplinas y ciencias, en concreto la Historia Antigua.[4] En esta misma línea de pensamiento se coloca el ya citado Sagan para quien la experiencia de descubrir algo no se olvida, aun siendo "la última persona en el mundo en descubrirlo". Por lo tanto la existencia de misterios es necesaria para obtener el placer del descubrimiento.[3]
Periodistas escépticos como Luís Alfonso Gámez, Javier Cavanilles o Mauricio-José Schwarz, entre otros, afirman que bajo muchos misterios, o falsos misterios, existe un afán de lucro por la comercialización de libros, revistas, pagos por entrada y otras prácticas. Sería el caso del origen de la Sábana Santa de Turín o las Caras de Belmez.[5]
Esta utilización del misterio o el falso misterios en bien de unos pocos, en ocasiones incluso por puro ego personal al aparecer en los medios, puede incluso ser negativo para la Ciencia y el Conocimiento, como afirma Robert Chapman refiriéndose a la arqueología:
"Una de las cosas fascinantes de la arqueología es que cada año otro grupo o individuo sin entrenamiento o conocimiento crítico de esta disciplina, se siente autorizado a emitir opiniones que llegan a programas populares de la televisión pero escandalizan y desalientan a los arqueólogos profesionales. Nosotros ni soñaríamos en marchar hacia terrenos como los de la ingeniería o la neurocirugía y manifestar haber hallado la solución a problemas que desconciertan a quienes investigan en esas disciplinas. Libros sobre continentes perdidos, sobre la Atlántida, sobre la adoración prehistórica de diosas, llegan a mucho mayor número de personas que nada de lo publicado por los arqueólogos profesionales. El pasado resulta así apropiado, nos guste o no, y deberíamos movilizarnos en favor de la racionalidad y de lo que sabemos y podemos demostrar sobre el pasado".